Pérdida del nervio dental: en qué consiste y cuál es el tratamiento

Este artículo ha sido revisado por el Dr. Antonio Cabo León y el Dr. Jorge García Vivar

Uno de los problemas que más a menudo afectan a nuestros pacientes es la pérdida del nervio dental. Puede que bajo este nombre no nos suene, pero es la causa principal que puede llevar a un dentista a recomendar una endodoncia a su paciente.

También conocida como muerte del diente o muerte pulpar, la pérdida del nervio dental es un problema que puede tener un impacto muy serio en nuestra salud dental, y por tanto requiere de tratamiento inmediato y de intervención profesional.

Pero antes de adentrarnos en los tratamientos y el proceso de endodoncia hemos de conocer en qué se basa la muerte pulpar, cuáles son sus causas y que peligros representa para nuestra salud dental.

¿Qué es la perdida del nervio dental?

El diente se compone de varias partes que cumplen funciones específicas. En el interior del diente encontramos una estructura más blanda formada por la pulpa y el nervio dental. Esta parte se encarga de funciones que son vitales para nuestra dentadura, y quizás la más fundamental es la vascularización.

La vascularización, o dicho de otra manera, la distribución de la sangre, es totalmente indispensable para hacer llegar al diente los nutrientes necesarios y mantener todas las partes de nuestra mandíbula funcionando correctamente.

Si esta vascularización se ve dificultada, interrumpida o directamente desaparece, el diente sufre deficiencias de oxígeno y nutrientes que llevan a la muerte del nervio dental y a la necrosis pulpar. Cuando se da esta situación es cuando estamos hablando de un diente muerto.

Nervio dental

¿Qué produce la muerte del diente o muerte pulpar?

Como ya hemos destacado, la muerte del diente o muerte pulpar se deben principalmente a que se dificulta o se hace imposible la vascularización del diente, y a las consecuencias de ello.

Pero ¿qué tipo de sucesos pueden llegar a comprometer la vascularización?

Pues bien, la causa principal y más extendida es la caries profunda, y esta es una de las razones por las que los dentistas intentan ayudarnos a prevenir las caries de manera tan insistente. Una caries profunda puede llegar a la parte interior del diente si está lo suficientemente avanzada, y una vez llega allí comienza a afectar a la pulpa.

Este es el punto de desarrollo en el que la caries causa dolor en nuestra dentadura, dado que afecta al nervio dental y toda la información sensorial que este recoge se ve sobrecargada por este dolor. Por decirlo de alguna manera, la caries afecta directamente al receptor de las sensaciones que experimenta nuestro diente, causando su muerte posterior.

Pero las caries no son las únicas causantes de la necrosis dental, y podemos citar otras causas menos comunes pero igual de dañinas para nuestra dentadura.

Los traumatismos, los golpes o cualquier otro impacto físico sobre nuestros dientes pueden tener como resultado un diente necrótico con la misma facilidad que una caries, aunque con un proceso ligeramente distinto.

Cuando el diente sufre un impacto, tira de la pulpa y el nervio causando daños. Aunque no perdamos el diente como en casos más extremos, el golpe puede producir fisuras, daños a algunos vasos sanguíneos y demás lesiones que pueden comprometer la vascularización del diente.

Y como ya hemos explicado previamente, la falta de vascularización desemboca en la muerte pulpar y en la posterior muerte del diente.

Las enfermedades periodontales también pueden ser causa de tratamiento, y hemos de tener cuidado con ellas dado que no es extraño que lleguen a afectar a la pulpa con relativa facilidad.

Por último, no podemos olvidarnos de citar el bruxismo. El rozamiento de los dientes entre si genera un desgaste del diente y también crea una tensión mecánica en su base a través de la fricción, por lo que en algunos casos puede llegar a causar problemas de necrosis pulpar.

¿Cuál es el tratamiento para la muerte del diente o necrosis pulpar?

El tratamiento de una necrosis pulpar o muerte del diente debe tener en cuenta diversos factores, y por tanto no se trata de un tratamiento unidimensional sino que debe encargarse de atajar cualquier impacto que el diente muerto pueda causar en nuestra salud dental.

Lo primero que debe tratarse es la propia infección que conlleva la necrosis pulpar. Debemos ser conscientes de que la muerte del diente conlleva una infección bacteriana, y que como cualquier infección, puede extenderse.

En caso de extenderse, la infección puede afectar al resto de la mandíbula, causando problemas en otros dientes e incluso daños en los nervios si se descontrola demasiado. Para comprobar el estado de la infección los dentistas suelen servirse de radiografías, que les permiten asesorar el daño causado y tomar decisiones médicas al respecto.

Una vez se ha realizado este examen el dentista evaluará sus opciones teniendo en cuenta el estado del diente. Si el daño es leve se puede proceder a una endodoncia, es decir, a retirar parte de la pulpa infectada (o su totalidad) procediendo al posterior limpiado y sellado del diente.

Al eliminar el tejido infectado y reparar la integridad estructural del diente se elimina el riesgo de infección.

Pero a veces la infección ha avanzado demasiado y en estos casos se han de tomar medidas más drásticas al respecto. Si no puede salvarse el diente que ha sufrido la necrosis pulpar se tendrá que extraer y limpiar la zona, a fin de evitar que la infección continue su curso y siga causando daños en nuestra boca.

La elección de la técnica y la evaluación de los daños causados requieren de un alto grado de conocimiento y de experiencia clínica, por lo que siempre es importante ponerse en las manos de profesionales cualificados.

En la Clínica Implantostetic disponemos de dentistas capaces de evaluar la situación con eficacia y responder de forma rápida y adecuada, causando el menor perjuicio posible al paciente y eliminando la infección de forma certera.

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